domingo, 20 de mayo de 2007

Asesinato

Una sombra se alejaba por las estrechas calles hasta perderse en la oscuridad de la noche. Caminaba sin mirar atrás, satisfecho por el trabajo que acababa de hacer. No dejaba huella alguna de su paso por allí, sólo un cuerpo que hacía notar su presencia en aquel lugar aquella noche, pero nada más. Con tranquilidad continuó su camino a casa. Dejó las llaves sobre la mesita y se dispuso a dormir, no sin antes encender la radio para ver si ya habían tenido noticias de lo acontecido hacía pocas horas.

Sin apenas haber dormido, el teléfono sonó. Miró el reloj, aún quedaban tres horas para que sonara el despertador. Apagó la radio que cada noche dejaba encendida, ya que le ayudaba a dormir, y descolgó el auricular. Trabajo. Odiaba que lo despertaran a esas horas. Se duchó y, sin desayunar, salió de su apartamento hacia el coche. Conducía por las solitarias calles de la ciudad. No llevaba mucha prisa, lo que había ocurrido no podía empeorar más. Al llegar a la escena del crimen, contempló el cuerpo: la misma historia que las noches anteriores. El cuerpo, una vez más, era de una mujer joven. Yacía boca abajo sobre su abrigo. Tenía un cuchillo clavado en la espalda, pero no había sangre alrededor del cuerpo, por lo que no había sido asesinada en aquel lugar. El asesino, noche tras noche, hacía lo mismo, colocaba el cuerpo en callejones escondidos para después avisar a la policía del crimen que acababa de cometer. La policía forense estaba atareada en buscar pruebas, pero él ya sabía qué encontrarían: nada. Aquel tipo era bastante astuto, parecía conocer todos los métodos policiales, ya que jamás encontraban nada que les hiciera pensar en un posible sospechoso.

Sonó el despertador. Aquel día había sido duro. Se levantó y se preparó la cena. Tras lavar los platos, se vistió y cogió su maletín de trabajo. Arrancó el coche y se detuvo en el primer bar que encontró abierto. Entró y se puso a observar hasta encontrar una posible víctima. En un rincón había una chica que respondía a sus exigencias, así que decidió acercarse hacia su mesa e invitarla a una copa. Fue fácil, pronto ya estaban hablando como si se conocieran de siempre. No tardaron mucho en salir juntos de allí. Subieron a su coche y se dirigieron a un descampado, donde le había prometido pasar una noche mirando las estrellas. Bajaron y extendió una manta, donde ella se tumbó. Con la excusa de ir a por una botella de vino y copas para brindar, se acercó al coche a por su maletín. Se colocó los guantes y cogió un cuchillo completamente nuevo. Agarró a la chica por detrás, tapándole la boca para ahogar sus gritos, y la apuñaló hasta que ésta dejó de luchar. La recogió con la manta y la metió en el maletero de su coche. Encendió la radio y empezó a cantar aquella canción que sonaba, era su favorita. Tras aquello, el locutor se puso a hablar. En un momento dado, arrancó el coche y se dirigió hacia una calle en concreto. Decidido conducía entre las sombras que dejaban las escasas farolas de las calles. Cuando llegó allí, bajó del coche, sacó un abrigo y lo colocó en el suelo, para después colocar allí el cuerpo de la chica. Condujo de vuelta a casa, cogió la manta en la que había envuelto a la chica y volvió andando hacia el lugar donde había dejado el cuerpo. Comprobó que no hubiera dejado ninguna prueba que le incriminara y caminó de vuelta a casa, por un camino mucho más largo, tirando la manta en un contenedor bastante lejano de aquel lugar. Se acercó a una cabina de teléfono y llamó a la policía.

Chica con físico parecido al resto de chicas asesinadas. Nada en la escena que hubiera sido consecuencia de un descuido. Todo parecía pensado al milímetro. Apoderado del cansancio que reinaba en su cuerpo, decidió no esforzarse demasiado aquél día… Todo sería igual que las ocasiones anteriores, ni identificación de la chica ni prueba alguna. Volvió a su coche y dejó anunciado que le avisaran en caso de que algo nuevo ocurriera.

Llegó a casa. Estaba cansado de cada noche lo mismo, pero no podía acabar con aquello, la emoción de ser descubierto reinaba en su cuerpo, y no podía dejar que frenara de golpe… Sin embargo, ya no se divertía tanto como al principio. Tenía titulares todos los días, pero nada que demostrara siquiera que se acercaban lo más mínimo hacia él… Eso le hacía sentirse frustrado… Descolgó el teléfono y llamó a la policía para comunicarles que esa noche habría otro asesinato, cuyo cadáver aparecería según sonara en la radio.

Al poco de llegar a casa recibió una llamada, el asesino había dado la cara, había decidido llamar para advertirles de que otro asesinato tendría lugar esa misma noche. Al fin tenían alguna pista, no era mucho, pero sabían que la pista estaba en la radio…

Aquélla era su señal, el locutor habló y se dirigió hacia la calle cuyo nombre correspondía con la primera palabra que dijera… Como cada noche, condujo solitario, con un cadáver junto a él, pero sin hacerle compañía. Eligió aquel día un abrigo especial, esperaba que la policía estuviera allí nada más él marcharse… La emoción no le dejaba estar en el sitio. Ocurrió todo como las noches anteriores, sin embargo, allí no apareció nadie hasta que llamó. Decepcionado en su casa, decidió acostarse.

¿Cómo se les había escapado? Tenían la pista de la radio, sin embargo no habían sido capaces de descifrarla… Y aún teniendo ya la respuesta, no sabían qué patrón seguía el asesino… Cada día el cansancio se acumulaba más en su cuerpo desde que aquel caso empezó… Le consumía mucho tiempo del día, y todo sin sacar nada en claro…

Volvió a llamar… Ya había cometido 14 asesinatos y no habían logrado ni acercarse lo más mínimo hacia él… Se había cansado de jugar, decidió entregarse.

Al fin todo había acabado, tenían al asesino. No era el final que había deseado, no lo habían atrapado, sino que se había entregado… Cogió su coche y marchó hacia la comisaría.

Bajó del coche y entró en la comisaría, donde se identificó como el asesino, tras lo cual lo metieron en la cárcel. Era donde él quería estar, pero no quería haberse entregado, quería haber sido detenido, pero el juego podría haberse alargado días sin haber obtenido el resultado deseado. Había escogido la mejor opción.

¿Ya lo han detenido? Debe ser… Miró hacia su alrededor… Sólo veía barrotes. Comenzó a gritar hasta que acudió un agente, al que le preguntó por el asesino. Éste sacó algo del bolsillo y se lo mostró. “Es éste” le dijo. Lo cogió y lo miró con atención… se trataba de un espejo.

miércoles, 16 de mayo de 2007

aviso de actualizaciones...

Buenas de nuevo a todos!! Qué tal?? Espero que estéis todos genial, que sé de muy buena tinta que sí jeje :P

escribo ésto para informaros que habrá una "sequía" de escritos por mi parte... algún día que tenga libre y eso, escribiré algo, no os preocupéis. Pero claro, entre exámenes y demás...

Como todos sabéis (y sino, ya os vale ¬¬ ), estoy ahora de médicos por así decirlo, así que más que se suma a lo anterior jaja

Pues nada, que yo en algún ratillo que tenga dejaré noticias mías por aquí, anque sea para decir: hoy me han sacado 7 tubos de sangre!! (sí, hoy lo han hecho jajaj)

un besazo a todos los que leéis mi blog, y gracias ^_^

sos quieroooooooo mazo

martes, 1 de mayo de 2007

evolución....

aquí hablaré de cómo evolucionamos cuando estamos deprimidos por algo. Desde el momento en que nos damos cuenta de lo que ocurre, de cómo intentamos en un principio dejar que todo se arregle sólo, hasta que nos damos cuenta de que eso no va a ocurrir e intentamos solucionarlo nosotros mismos, sin siquiera aceptar ayuda de nadie, ya que creemos que nosotros solos podremos. Al final, como pasa siempre, aceptas consejo y ayuda, confías en alguien, y logras salir de esa depresión en la que tú solo te has ido metiendo poco a poco.


Cuando anochece en nuestra vida no podemos más que vagar de un lado a otro, esperando que amanezca de nuevo, pero ese momento no parece querer llegar, así que nos limitamos a caminar.
A nuestro alrededor vemos farolas cuya luz no nos alcanza a iluminar. Queremos ver el sol, pero ni tan siquiera corremos en su busca, no luchamos por tener nuestra propia luz, tan sólo nos dedicamos a esperar que todo llegue. Sin embargo, nos sentimos inseguros de nosotros mismos, ha anochecido por nuestra culpa.
Comienza nuestra desesperación, nuestros intentos por lograr algo de luz tan sólo nos llevan a que todo se apague aún más. Nos ofrecen linternas, pero no las cogemos porque no creemos que sean las adecuadas.
Pero, al final, decidimos extender la mano y alcanzar una de esas linternas. Sin saber por qué, nos dejamos guiar por la persona dueña de esa luz, que nos logra llevar hasta ese amanecer tan buscado y deseado.
Eternamente agradecidos, nos atrevemos a preguntarle el nombre que, muy gustosa, nos brinda: CONFIANZA.

así que, ya sabéis, ante todo, cuando os veáis en un pozo y sin escalera, contádselo a alguien, que siempre os ayudará :)